Resumen y Reseña crítica sobre “El valor del
silencio en el proceso de Mediación. Un medio para la Paz” de Miguel Armando
Garrido.
Rosa Mª Lindo Ortiz. Mediadora Familiar. |
Con esta obra monográfica su
autor, Miguel Armando Garrido, pretende enseñarnos a generar alternativas como
mediadores, así como ayudar a despertar alternativas de solución en las partes
durante el proceso de mediación.
Por encima de todas las
técnicas que existen en mediación, destaca “el silencio” como una herramienta
comunicacional específica en la ayuda de alternativas.
Como objetivo general
pretende diseñar un proceso de mediación que tenga en cuenta el silencio como
herramienta comunicacional.
Y como objetivos
específicos: analizar las formas de producir alternativas de solución al
proceso de mediación y los efectos que produce el silencio en las partes y en
el mediador; precisar las herramientas de la comunicación; diferenciar las
herramientas de la comunicación de las herramientas del proceso de mediación y
exponer los tipos de silencio que existen en el proceso de mediación.
La obra se estructura en
tres partes: la primera de ellas abarca el marco teórico que desarrolla en
cinco capítulos; la segunda ahonda en el marco metodológico en un único
capítulo; la tercera parte, por último, contiene conclusiones y bibliografía.
En lo que respecta al marco
teórico, parte de la Teoría del Conflicto para profundizar en la comunicación y
sus herramientas específicas que son la escucha, el parafraseo, las preguntas y
el silencio.
En lo atinente al marco
metodológico, parte de la metodología cualitativa que ofrece dos variables: la
observación y la autobservación. Ambas variables permiten determinar los pasos
a seguir en el proceso y ponderar el valor del silencio.
El
capítulo primero está dedicado al conflicto. Como mediadores
siempre debemos tener presente que existen factores externos a las personas susceptibles
de crear tensiones. El autor hace hincapié en que nuestra atención debe
centrarse en los factores que generaron el conflicto y no en los nombres que
las partes le dan al mismo. Para que podamos descubrir buenas soluciones para
apaciguar tensiones y conflictos, necesitamos
remontarnos a las verdaderas causas, más allá de los factores desencadenantes.
El
capítulo segundo estudia el proceso de la comunicación entre
los seres humanos. Destaca como tarea primordial en el mediador percibir todas
las señales que emiten los mediados, incluidas las señales silenciosas como son
los gestos faciales, las miradas, el lenguaje de sus manos, etc. El autor,
haciendo referencia a Bateson, nos ilumina haciéndonos conscientes de que con
nuestra actitud y con nuestra forma de comunicarnos podemos generar en los
mediados un cambio en su manera de comunicarse. Las preguntas, la escucha y los
silencios son favorecedores de ese cambio. Toda comunicación tiene un aspecto
relacional que no podemos perder de vista.
Por último, cabe destacar la
importancia en el proceso de mediación del reconocimiento y respeto por parte
de las partes de sus diferencias, tanto personales como actitudinales ante el
conflicto.
En el capítulo tercero se nos presentan las herramientas de comunicación
del mediador, que son: la escucha, el parafraseo, la pregunta y el silencio.
La importancia de la escucha
(activa) radica en que con ella conseguimos que el hablante se sienta
protagonista. Con la escucha ganaremos su confianza. Además nuestra actitud de
escucha pone en marcha la actitud de escucha del hablante, de crucial
importancia para el buen desarrollo del proceso de mediación.
“El parafraseo constituye
una técnica del oyente activo” (Highton y Álvarez). Su importancia radica en que el mediador
recoge el mensaje de las partes y lo transmite con un lenguaje neutral,
contribuyendo con esto a bajar la tensión del conflicto.
Según Nichols: “El que
escucha hace preguntas. El plus de la escucha es la pregunta”. Con las
preguntas el mediador podrá ahondar en el conflicto y así ayudar a las partes.
El silencio como herramienta
comunicacional es el complemento necesario a la pregunta para ayudar a
solucionar el problema. El silencio existe antes, durante y después del proceso
de mediación. El objetivo fundamental del silencio, o de los silencios, es según
Garrido, “generar un espacio para el reencuentro consigo mismo (de las partes o
del mediador) siendo ayudado por la pregunta y asumir una actitud reflexiva”
(pág. 83). El silencio además le permite al mediador estar atento no sólo a lo
que dicen las partes sino también a lo que no dicen (lenguaje no verbal).
El
capítulo cuarto contempla el proceso de mediación y el marco
teórico sobre el que se apoya, siendo la Teoría Sistémica su anclaje de
seguridad, permitiéndole al mediador contar con un proceso ordenado que le
indique los pasos a seguir.
El operador nunca debe
perder de vista que es parte del sistema y es la relación entre las partes y la
relación de las partes con el mediador, lo que mantiene unido al sistema.
Por otro lado, se nos
presenta al proceso de mediación como una red. “Esa red que tienen los
trapecistas, que les permite moverse con libertad y elegancia pero que si algo
no funciona estará ahí para protegerlos” (págs. 92 y 93).
A la pregunta ¿qué es el
proceso de mediación? Este autor responde que “es una red social que trabaja
con la finalidad de ayudar a los contrapuestos, a producir un cambio de actitud
de lo confrontativo a lo colaborativo, para que logren descubrir, con la ayuda
del operador, posibles alternativas de solución. El proceso es un medio para el
cambio” (págs. 100 y 101).
Como objetivos generales del
proceso destacan también dos. Uno es lograr que las partes aprendan a trabajar
con las herramientas de comunicación ofrecidas por el mediador. El segundo es
conseguir un cambio de actitud en las partes haciéndolas más colaborativas y
reflexivas.
Como objetivos específicos
se destacan también dos. Uno es lograr un acuerdo global entre las partes y el
segundo es que se logre ese acuerdo mediante la colaboración de los mediados.
Aunque no están contempladas
dentro de los principios propios del proceso de mediación, el autor resalta en
la Sección 7 “Las necesidades”, destacando tanto las necesidades de
reconocimiento de las partes como la de seguridad. Los mediados deben tener
seguridad tanto en el proceso como en el operador.
En la Sección 8 se
desarrolla la incidencia del silencio a lo largo de las etapas del proceso de
mediación y en la Sección 9 se nos exponen las condiciones que según criterio
del autor, deben darse para un buen proceso de mediación.
El capítulo quinto está
dedicado a las actitudes de fondo del mediador, y que según Garrido son: respeto
por la libertad, no juzgar, paciencia infinita y humildad.
Como
ya hice referencia más arriba, la segunda parte de la monografía consta de un
único capítulo dedicado a la metodología en mediación. El autor se basa en sus
investigaciones sobre el proceso y la metodología cualitativa, explicándonos
ampliamente el porqué de la adecuación de este sistema de trabajo respeto de la
mediación.
Las siguientes secciones
están dedicadas a: la observación (natural, estructurada y participante), a la
entrevista en profundidad haciendo énfasis en aquellos puntos que el
entrevistado debe tener siempre presentes y que son: son abrir juicio, permitir
a la gente que hable, prestar atención y ser sensible.
La Sección 4 hace referencia a la autoobservación respecto
del operador, que sirve para que el mediador viva la reflexión consigo mismo.
Esto se logra a través del silencio y del trabajo. El mediador debe usar la
autoobservación antes y después del proceso. Antes, porque el operador debe
saber si está en condiciones de poder mediar y después, porque debe conocer los
pasos que dieron resultados durante el proceso y los que no. “El mediador
durante el proceso de mediación está involucrado y por ende, debe tomar
conciencia de que es conveniente generar momentos en el proceso de mediación
que le permitan tomar distancia de la situación y de las partes” (pág. 137). Por
último, concluye “La autoobservación debe transformarse en nuestro cómo ser
antes y después del proceso de mediación” (pág. 138).
Las Secciones 7 y 8, están
dedicadas al valor del silencio en el proceso de mediación.
“Los tiempos de silencio son
oportunidades que el mediador deber recoger como un valor a los fines del
proceso y para que las partes encuentren varias puertas de salida para recoger
el conflicto” (pág. 142).
En mi opinión, esta obra
recoge la esencia, de forma didáctica, de lo que debemos ser como mediadores, así
como las pautas a seguir para alcanzar la mediación perfecta. No basta una sola
lectura para llegar a comprender todo lo que el autor nos quiere transmitir con
ella, por lo que será una de mis obras de cabecera en mi labor como mediadora.
Rosa Mª Lindo Ortiz. Mediadora Familiar y de Menores nº1.374.
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