martes, 13 de agosto de 2013

El valor del Silencio en el Proceso de Mediación.


Resumen y Reseña crítica sobre “El valor del silencio en el proceso de Mediación. Un medio para la Paz” de Miguel Armando Garrido.
Rosa Mª Lindo Ortiz.
Mediadora Familiar.

Con esta obra monográfica su autor, Miguel Armando Garrido, pretende enseñarnos a generar alternativas como mediadores, así como ayudar a despertar alternativas de solución en las partes durante el proceso de mediación.
Por encima de todas las técnicas que existen en mediación, destaca “el silencio” como una herramienta comunicacional específica en la ayuda de alternativas.
Como objetivo general pretende diseñar un proceso de mediación que tenga en cuenta el silencio como herramienta comunicacional.
Y como objetivos específicos: analizar las formas de producir alternativas de solución al proceso de mediación y los efectos que produce el silencio en las partes y en el mediador; precisar las herramientas de la comunicación; diferenciar las herramientas de la comunicación de las herramientas del proceso de mediación y exponer los tipos de silencio que existen en el proceso de mediación.
La obra se estructura en tres partes: la primera de ellas abarca el marco teórico que desarrolla en cinco capítulos; la segunda ahonda en el marco metodológico en un único capítulo; la tercera parte, por último, contiene conclusiones y bibliografía.
En lo que respecta al marco teórico, parte de la Teoría del Conflicto para profundizar en la comunicación y sus herramientas específicas que son la escucha, el parafraseo, las preguntas y el silencio.
En lo atinente al marco metodológico, parte de la metodología cualitativa que ofrece dos variables: la observación y la autobservación. Ambas variables permiten determinar los pasos a seguir en el proceso y ponderar el valor del silencio.
El capítulo primero está dedicado al conflicto. Como mediadores siempre debemos tener presente que existen factores externos a las personas susceptibles de crear tensiones. El autor hace hincapié en que nuestra atención debe centrarse en los factores que generaron el conflicto y no en los nombres que las partes le dan al mismo. Para que podamos descubrir buenas soluciones para apaciguar tensiones y conflictos,  necesitamos remontarnos a las verdaderas causas, más allá de los factores desencadenantes.
El capítulo segundo estudia el proceso de la comunicación entre los seres humanos. Destaca como tarea primordial en el mediador percibir todas las señales que emiten los mediados, incluidas las señales silenciosas como son los gestos faciales, las miradas, el lenguaje de sus manos, etc. El autor, haciendo referencia a Bateson, nos ilumina haciéndonos conscientes de que con nuestra actitud y con nuestra forma de comunicarnos podemos generar en los mediados un cambio en su manera de comunicarse. Las preguntas, la escucha y los silencios son favorecedores de ese cambio. Toda comunicación tiene un aspecto relacional que no podemos perder de vista.
Por último, cabe destacar la importancia en el proceso de mediación del reconocimiento y respeto por parte de las partes de sus diferencias, tanto personales como actitudinales ante el conflicto.
En el capítulo tercero se nos presentan las herramientas de comunicación del mediador, que son: la escucha, el parafraseo, la pregunta y el silencio.
La importancia de la escucha (activa) radica en que con ella conseguimos que el hablante se sienta protagonista. Con la escucha ganaremos su confianza. Además nuestra actitud de escucha pone en marcha la actitud de escucha del hablante, de crucial importancia para el buen desarrollo del proceso de mediación.
“El parafraseo constituye una técnica del oyente activo” (Highton y Álvarez).  Su importancia radica en que el mediador recoge el mensaje de las partes y lo transmite con un lenguaje neutral, contribuyendo con esto a bajar la tensión del conflicto.
Según Nichols: “El que escucha hace preguntas. El plus de la escucha es la pregunta”. Con las preguntas el mediador podrá ahondar en el conflicto y así ayudar a las partes.
El silencio como herramienta comunicacional es el complemento necesario a la pregunta para ayudar a solucionar el problema. El silencio existe antes, durante y después del proceso de mediación. El objetivo fundamental del silencio, o de los silencios, es según Garrido, “generar un espacio para el reencuentro consigo mismo (de las partes o del mediador) siendo ayudado por la pregunta y asumir una actitud reflexiva” (pág. 83). El silencio además le permite al mediador estar atento no sólo a lo que dicen las partes sino también a lo que no dicen (lenguaje no verbal).
El capítulo cuarto contempla el proceso de mediación y el marco teórico sobre el que se apoya, siendo la Teoría Sistémica su anclaje de seguridad, permitiéndole al mediador contar con un proceso ordenado que le indique  los pasos a seguir.
El operador nunca debe perder de vista que es parte del sistema y es la relación entre las partes y la relación de las partes con el mediador, lo que mantiene unido al sistema.
Por otro lado, se nos presenta al proceso de mediación como una red. “Esa red que tienen los trapecistas, que les permite moverse con libertad y elegancia pero que si algo no funciona estará ahí para protegerlos” (págs. 92 y 93).
A la pregunta ¿qué es el proceso de mediación? Este autor responde que “es una red social que trabaja con la finalidad de ayudar a los contrapuestos, a producir un cambio de actitud de lo confrontativo a lo colaborativo, para que logren descubrir, con la ayuda del operador, posibles alternativas de solución. El proceso es un medio para el cambio” (págs. 100 y 101).
Como objetivos generales del proceso destacan también dos. Uno es lograr que las partes aprendan a trabajar con las herramientas de comunicación ofrecidas por el mediador. El segundo es conseguir un cambio de actitud en las partes haciéndolas más colaborativas y reflexivas.
Como objetivos específicos se destacan también dos. Uno es lograr un acuerdo global entre las partes y el segundo es que se logre ese acuerdo mediante la colaboración de los mediados.
Aunque no están contempladas dentro de los principios propios del proceso de mediación, el autor resalta en la Sección 7 “Las necesidades”, destacando tanto las necesidades de reconocimiento de las partes como la de seguridad. Los mediados deben tener seguridad tanto en el proceso como en el operador.
En la Sección 8 se desarrolla la incidencia del silencio a lo largo de las etapas del proceso de mediación y en la Sección 9 se nos exponen las condiciones que según criterio del autor, deben darse para un buen proceso de mediación.
El capítulo quinto está dedicado a las actitudes de fondo del mediador, y que según Garrido son: respeto por la libertad, no juzgar, paciencia infinita y humildad.
Como ya hice referencia más arriba, la segunda parte de la monografía consta de un único capítulo dedicado a la metodología en mediación. El autor se basa en sus investigaciones sobre el proceso y la metodología cualitativa, explicándonos ampliamente el porqué de la adecuación de este sistema de trabajo respeto de la mediación.
Las siguientes secciones están dedicadas a: la observación (natural, estructurada y participante), a la entrevista en profundidad haciendo énfasis en aquellos puntos que el entrevistado debe tener siempre presentes y que son: son abrir juicio, permitir a la gente que hable, prestar atención y ser sensible. 
La Sección 4  hace referencia a la autoobservación respecto del operador, que sirve para que el mediador viva la reflexión consigo mismo. Esto se logra a través del silencio y del trabajo. El mediador debe usar la autoobservación antes y después del proceso. Antes, porque el operador debe saber si está en condiciones de poder mediar y después, porque debe conocer los pasos que dieron resultados durante el proceso y los que no. “El mediador durante el proceso de mediación está involucrado y por ende, debe tomar conciencia de que es conveniente generar momentos en el proceso de mediación que le permitan tomar distancia de la situación y de las partes” (pág. 137). Por último, concluye “La autoobservación debe transformarse en nuestro cómo ser antes y después del proceso de mediación” (pág. 138).
Las Secciones 7 y 8, están dedicadas al valor del silencio en el proceso de mediación.
“Los tiempos de silencio son oportunidades que el mediador deber recoger como un valor a los fines del proceso y para que las partes encuentren varias puertas de salida para recoger el conflicto” (pág. 142).
En mi opinión, esta obra recoge la esencia, de forma didáctica, de lo que debemos ser como mediadores, así como las pautas a seguir para alcanzar la mediación perfecta. No basta una sola lectura para llegar a comprender todo lo que el autor nos quiere transmitir con ella, por lo que será una de mis obras de cabecera en mi labor como mediadora.
Rosa Mª Lindo Ortiz. Mediadora Familiar y de Menores nº1.374.

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